Siglo XIX

En 1804, la Hermandad de la Corona de Espinas pide a la autoridad eclesiástica local que solicite del Papa Pío VII la agregación de la iglesia parroquial a la Basílica de San Juan de Letrán de Roma, concediéndose indulgencias a todos aquellos que subiesen de rodillas la Santa Escala que la hermandad pretendía construir en la capilla, de forma similiar a la existente en el Santuario Pontificio de la Escala Santa, una escalera de veintiocho peldaños que se encontraba en el pretorio de Pilatos, por la que según la tradición subió y bajó varias veces Cristo el día de su condena a muerte. De esta forma, el Papa Pío VII a través de su Breve7, el 11 de Mayo de 1804, concede indulgencia plenaria a todos los fieles que, confesados y comulgados, subiesen la Escala Santa en determinados días del año.

Cinco años más tarde, la Hermandad se ve obligada a trasladarse al Convento, ante el estado de ruina en el que se encontraba la iglesia parroquial, acordando la Hermandad de la Corona de Espinas la construcción de la capilla, correspondiente a la actual, realizándose entre 1815 y 1817.

Las situaciones de guerras contra los franceses y la revoluciones liberales afectaron gravemente a la Hermandad del Santo Entierro, hecho que intentó solucionar invitando a los hermanos de la Hermandad de la Corona de espinas a que se inscribieran en la suya, algo que esta última aceptó8. Sin embargo, fue en 1842 cuando tuvo lugar de forma definitiva la extinción de la Hermandad del Santo Entierro, quedando la imagen del Santísimo Cristo de las Aguas en la capilla de la hermandad de Vera Cruz, algo a lo que se opuso la Hermandad de la Corona de Espinas, que había sido fundada en el altar del Cristo de las Aguas y que, una vez desaparecida la Hermandad del Santo Entierro, entendían que tenían el derecho de darle cuidado y culto a la imagen.  Así ocurrió finalmente.

Por tanto, la hermandad celebraba numerosos cultos y funciones religiosas a lo largo del año, así como importantes obras de caridad. Como Hermandad de la Corona de Espinas, celebraba la festividad de la Corona de Espinas, el 4 de Mayo, Quinario de las Cinco Llagas de Lunes a Viernes Santo, el Sermón de las Tres Horas de Agonía de Nuestro Señor Jesucristo en la tarde del Viernes Santo.

Como Hermandad del Pecado Mortal y Santa Caridad, las noches del Domingo de Ramos al Martes Santo se celebraba un Vía Crucis por las calles y se costeaba una Misión, socorrían a pobres y enfermos con alimentos y medicinas, enterraba a los pobres y forasteros, ofrecían misas por la conversión de los que estaban en pecado mortal y costeaba la conducción de niños expósitos a la Casa Cuna de Marchena.

Como Orden Tercera de los Siervos de María Santísima de los Dolores, rezaban la Corona Dolorosa en la capillla todos los días de fiesta por la tarde, los domingos segundos de cada mes organizaban ejercicios espirituales y procesión claustral, celebración de la festividad de San Felipe Benicio el 23 de Agosto, costeaban una misa cantada el día de la Virgen de los Dolroes, celebración de Solemne Septenario, procesión con la imagen de la Virgen el Viernes de Dolores, pago del entierro y cinco misas para cada hermano fallecido, así como acudir a las procesiones sacramentales y de impedidos.

Los cultos se fueron engrandeciendo desde mediados del siglo XIX, siendo favorable la situación gracias a los gobiernos conservadores, celebrándose Septenarios con numeroso gasto en cera y flores, así como la función del Viernes de Dolores, dando inicio al amanecer, con repique de campanas hasta las doce de la mañana, continuando desde las tres de la tarde hasta la oración, y procesión de la Santísima Virgen que daba comienzo a las siete de la tarde, finalizando en torno a las doce de la noche y una de la madrugada.

Otro aspecto a destacar en la segunda mitad del siglo XIX es la mejora del patrimonio artístico, adquiriendo la hermandad corona, ráfaga y media luna de plata, un simpecado con veintisiete estrellas bordadas en oro, un manto bordado por el taller de Patrocinio López (1881), un paso procesional para el Santo Entierro (1882) y un palio completo compuesto por ocho varales, crestería, peana y dos candelabros con cuatro guardabrisas cada uno, todo en plata “roult”, adquirido a Federico Lastortres (1884), guardándose el boceto en el archivo de la Hermandad9.


7 Archivo de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores de La Puebla de Cazalla (AHNSD). Leg. 2, Carp. 1, Exp. 15.

8 AHNSD. “Antecedentes sobre el Señor de las Aguas”.

9 AHNSD. Leg. 2, Carp. 3. Exp. 6.

Información extraída de CABELLO NÚÑEZ, José: Santo Entierro Magno. La Puebla de Cazalla, 30 de Marzo de 2002. Ayuntamiento de La Puebla de Cazalla, 2002.